Entre los detenidos del Estadio Nacional hubo también mujeres. Trabajadoras, estudiantes, dueñas de casa, mujeres de distintas edades y clases sociales
Las prisioneras fueron recluidas primero en los camarines del coliseo central, pero el 26 de septiembre de 1973 fueron trasladadas al sector de la piscina. Había dos camarines, el sur y el norte, y ambos fueron utilizados para mantener a las detenidas, chilenas y extranjeras. A diferencia de lo que ocurría con los hombres, las mujeres pudieron contar con un colchón para dormir en el suelo y tenían mejor acceso a duchas, ubicadas en el subterráneo. Para dormir juntaban las colchonetas y lo hacían prácticamente en filas para abrigarse.
Según la versión del ex director de la DINA, Manuel Contreras, en el Estadio Nacional fueron detenidas 509 mujeres: 445 chilenas y 64 extranjeras, principalmente brasileñas, uruguayas, bolivianas y argentinas.
Sin embargo, según datos que se han recogido de testimonios de ex prisioneras del estadio, la cantidad de recluidas políticas habría llegado a las 1.200, incluyendo a chilenas y extranjeras. Algunas de las mujeres tenían a sus parejas o maridos también detenidos en el estadio.
Durante el día, mientras los hombres eran dejados en las graderías, las mujeres quedaban en la piscina. Desde ahí podían ver la entrada de ingreso de avenida Grecia, donde sus familiares estaban todos los días con la esperanza de verlas, tener contacto con ellas, o pasarles ropa o alimentos a través de militares.
Tal como muchas de ellas han podido relatar, el estadio resignificado como centro de detención y tortura, fue también un espacio de resistencias colectivas ante el dolor, lo que les permitió continuar con sus vidas incluso después del confinamiento.