Las mujeres prisioneras en el Estadio Nacional fueron recluidas primero junto con los hombres en los camarines del coliseo central, para luego de ser trasladadas el 26 de septiembre al sector de la piscina. Había dos camarines, el sur y el norte, y ambos fueron utilizados para mantener a las detenidas, tanto chilenas como extranjeras.

Según la versión del ex director de la DINA, Manuel Contreras, en el Estadio Nacional fueron detenidas 509 mujeres: 445 chilenas y 64 extranjeras, principalmente brasileñas, uruguayas, bolivianas y argentinas. En cambio, los cálculos de las propias detenidas indican que el número de mujeres prisioneras llegaría a las 1.200.

Algunas diferencias de su reclusión con respecto a la de los hombres, consistían en que las detenidas contaban con un colchón para dormir en el suelo, junto con tener mejor acceso a duchas, ubicadas en el subterráneo, condiciones que no atenuaban la terrible situación. Según ellas mismas han podido relatar posteriormente, para dormir juntaban las colchonetas y dormían prácticamente en filas para abrigarse.

Durante el día, mientras los hombres eran dejados en las graderías, las mujeres quedaban en la piscina. Desde ahí podían ver la entrada de ingreso de avenida Grecia, donde sus familiares se encontraban apostados durante horas, todos los días, con la esperanza de verlas, tener contacto con ellas o hacerles llegar alimentos, abrigos o recados a través de militares. Había prisioneras quienes también tenían a sus parejas o maridos detenidos en el estadio, con quienes algunas pocas veces se les permitió encontrarse en el sector de la piscina.

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