En octubre de 1972, en pleno Gobierno del Presidente Salvador Allende y en vísperas de las elecciones parlamentarias de marzo de 1973, se paralizaron la producción y abastecimiento nacionales propiciadas por la cúpula patronal y apoyada por Estados Unidos que tenía no sólo intereses geopolíticos derivados de la Guerra Fría, sino también económicos sobre el cobre chileno. Este evento se denomina “Huelga Patronal”1.
Si bien en términos formales esta huelga duró únicamente un mes, se prolongó en el tiempo y se convirtió en una estrategia esporádica para el colapso general de la economía en Chile.
Fue en reacción a esta huelga que los obreros se organizaron para contener sus consecuencias. Bajo esa dirección, la clase obrera consiguió en un primer momento que no se interrumpiera la producción y el abastecimiento de la población, eliminando los intermediarios y estableciendo un sistema de intercambio de recursos mediante medios de transporte improvisados y la venta de productos en los barrios populares.
En un segundo momento, finalizada la huelga patronal, la clase obrera reforzó su estrategia mediante lo que se denominó “crecimiento del poder popular”: una lucha a nivel nacional para que las industrias, vía exigencia o apropiación, fueran nacionalizadas y para que su gestión estuviera a cargo de los trabajadores, lo que provocó la expansión de los Cordones Industriales.
La organización de los trabajadores y la expansión de los Cordones Industriales sirvieron para paliar el desabastecimiento provocado por el poder empresarial con la ayuda de Estados Unidos pero, a esa gran dificultad se debía sumar la inflación desproporcionada, la especulación y el acaparamiento de los productos, además del bloqueo parlamentario que impedía que el gobierno pudiera financiar el Presupuesto Nacional y, por tanto, sus proyectos para salir de la crisis.
Fue en estas dificultades respecto del funcionamiento del circuito económico donde radicó el desencuentro más visible entre el poder popular y el gobierno de la Unidad Popular, principalmente porque la clase obrera estaba dejando de ver la solución dentro de la institucionalidad del Estado no sólo para superar la crisis, sino para hacer la transición hacia el socialismo.
En julio de 1972 sólo existían 2 cordones: Cerrillos-Maipú y Cordón Vicuña Mackenna. Sin embargo, a septiembre de 1973 ya se encontraban conformados 31 cordones a nivel nacional, de los cuales 8 eran de la Región Metropolitana.
El 5 de septiembre de 1973, la Coordinadora Provincial de Cordones Industriales envía una carta al Presidente Salvador Allende Gossens. En ella, la “clase obrera organizada”, hace un llamado urgente al Mandatario a respetar el Programa de Gobierno “ante la inminencia de acontecimientos que llevarían al fin del proceso revolucionario chileno y a un régimen fascista implacable y criminal”.
1 Del patrón(o) (propietario o persona que emplea obreros) o relacionado con él.